La vacunación es una práctica necesaria desde los primeros años de vida, para desarrollar defensas contra agentes infecciosos, como virus y bacterias, y las toxinas que producen. UNICEF estima que cada año las vacunas salvan la vida de entre 2 a 3 millones de niños. Pese a las evidencias científicas que avalan su utilidad, existen mitos extendidos acerca de sus riesgos, y algunos padres deciden no seguir el calendario de vacunación. ¿Qué consecuencias tiene el no vacunar a tus hijos?
Cómo funcionan las vacunas:
Empecemos explicando su funcionamiento: las vacunas son compuestos químicos que, inoculados en personas sanas, favorecen la generación de anticuerpos, que son las células de nuestro organismo que “combaten” contra agentes infecciosos.
Las vacunas se usan desde hace más de dos siglos para enfermedades como la viruela y la rabia, y a lo largo del tiempo se han desarrollado nuevas vacunas contra una amplia gama de enfermedades comunes, demostrando ser efectivas para el desarrollo inmunitario tanto del individuo como del grupo ante diversas amenazas patógenas.
Lastimosamente, a nivel mundial, durante el año 2019, más de 13 millones de bebés no recibieron vacunas de ningún tipo, y cada año hay más de 1,5 millones de personas mueren por enfermedades que podrían evitarse con vacunas.
Beneficios de la vacunación:
Estas son algunas de las enfermedades que pueden evitarse mediante la vacunación:
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Las consecuencias de estas enfermedades son variables, y pueden ir desde molestias leves a trastornos graves, y en algunos casos la muerte.
Un ejemplo es el virus de la gripe común, que usualmente causa síntomas leves como fiebre, tos y dolor de cabeza, pero también es causa de muerte entre 300.000 y 500.000 personas al año, principalmente embarazadas, niños pequeños y mayores con problemas de salud, o personas con enfermedades crónicas. La vacuna contra la gripe estacional se viene aplicando desde hace más de 60 años, lo que ayuda a que la cifra de fallecidos no sea más alta.
Otro ejemplo de mortalidad por ausencia de vacunación se da en África y Asia, continentes que registran una alta mortalidad infantil por sarampión, mientras que en Europa las muertes por sarampión han sido muy pocas hasta el año 2019, cuando resurgió debido al auge del movimiento antivacunas, cuadruplicando casi los casos de muerte por esta enfermedad en 2019.
Mitos acerca de la vacunación:
La vacunación es una práctica segura, eficaz y necesaria, pero también presenta efectos adversos de carácter leve en un reducido número de casos: aumento de la temperatura, irritación de la piel, dolor de cabeza o muscular, o alergias. Estos efectos secundarios son temporales y no suponen una amenaza para la salud o la vida del niño, y por tanto se puede concluir que los riesgos de vacunar a un hijo siempre son menores que los beneficios.
Uno de los mitos extendidos sobre la vacunación es su relación con el autismo que proviene de un estudio del siglo pasado del Dr. Andrew Wakefield, que planteaba una posible relación entre ambos. Hoy en día, gracias a la mayor precisión de los procesos y herramientas de diagnóstico, y al mejor conocimiento y preparación de los profesionales de investigación, sabemos que tal conjetura carece de base científica. De hecho, existen numerosos estudios que demuestran que no existe ninguna conexión entre ambos. La OMS explica en su sitio web acerca de la inmunización y seguridad de las vacunas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó en 2019 a los antivacunas en la lista de amenazas para la salud
Algunas personas prefieren padecer la enfermedad y desarrollar las defensas de forma natural, antes que recibir una vacuna sintetizada en un laboratorio. Lastimosamente nuestro organismo no siempre es tan fuerte como para hacer frente a agentes patógenos con la debida eficacia, y las vacunas son un refuerzo que nos ayuda a contar con las defensas necesarias, sin necesidad de arriesgar la vida o la integridad física.
Los riesgos de desarrollar la inmunidad mediante la infección de forma natural sin el refuerzo de una vacuna pueden consistir en una disfunción cognitiva en el caso de una infección por Haemophilus influenzae de tipo B, defectos congénitos para la rubéola, cáncer hepático al contraer hepatitis B, o muerte debido a complicaciones en el caso del sarampión, por ejemplo.
Otra creencia habitual en padres es prescindir de vacunar a los niños que presentan fiebre por una infección leve, como un resfriado común, como si presentara algún peligro, sin embargo no existe incompatibilidad alguna. Lo mejor es seguir el calendario de vacunación respetando las fechas en lo posible, y consultar siempre a su pediatra.
Calendario de vacunación
El calendario de vacunación está diseñado para ayudar a los lactantes y niños a desarrollar inmunidad frente a las enfermedades infecciosas, y así crecer sano.